Tudela

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Todos mis sueños

miércoles, 30 de junio de 2010

Que la ilusión no nos dure solo siete días

Estamos a pocas horas de comenzar julio, final de la primera década de este nuevo Siglo XXI, se acerca el 24, se encargan los cohetes o txupinazos, según pareceres nominales de unas y otros, se compra ropa blanca y algunos complementos de color rojo, se organizan cuartos y peñas, se recaudan fondos para afrontar los primeros gastos y las primeras compras de las cuadrillas, se sueña sobre lo que podrá ocurrir, sobre la felicidad venidera, sobre la necesidad del ocio desbordado y, para algunos y algunas, se recuerda a Santa Ana, a la patrona, a su novena cantada y a su procesión multitudinaria.

Estas son nuestras fiestas, peculiares, como peculiares somos los tudelanos y las tudelanas. Así somos y así, entre todas y todos, las hacemos año tras año. Aunque ahora el cohete o txupinazo retumbe en la Plaza Nueva y antes lo hiciera en la Plaza Vieja; aunque ahora el encierro salga de la calle Frauca y antes lo hiciera desde Sementales; aunque antes fuéramos pocos a la procesión de Santiago y ahora acudamos algunos más; aunque ahora el encierro sea de toros y antes lo fuera de vacas; aunque ahora se disfrute más de noche y antes más de día; aunque ahora terminen el día 30 y antes terminasen el día 28. Pero son nuestras fiestas, que no se parecen a otras, porque queremos que sigan más o menos así.

Pero, lo más importante, lo que más debemos conservar, sin olvidarnos de nuestras tradiciones y sanas costumbres, es mantener la ilusión. Es decir, mantener tu ilusión y mi ilusión o, lo que es lo mismo, intentar mantener la suma de ilusiones individuales, convirtiéndolas en colectivas. Porque somos algo más que muchos durante solo siete días. Porque somos o, al menos, debemos ser una colectividad ilusionada, una sociedad viva, una vecindad emprendedora; en definitiva, una ciudad del Siglo XXI.

Por ello y para ello, nuestra ilusión la tendremos que transformar en fuerza colectiva a partir del 31 de julio. Después de la tempestad, como casi siempre, vendrá la calma. Pero debe ser una calma reflexiva, una calma potenciadora de lo colectivo, del proyecto global de ciudad, del modelo conjunto que nos haga superar las dificultades y nos coloque en la mejor pista de salida hacia una nueva y mejor época. Construyamos, entre todos y todas, una etapa distinta no solo para las personas medianas y mayores, sino también para las personas jóvenes que son el futuro de Tudela.

Por eso, nuestra ilusión, la tuya y la mía, debe durar más de siete días y, como no, más de siete meses.

¡Viva Santa Ana! ¡Viva Tudela!

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