Tudela

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Todos mis sueños

lunes, 23 de mayo de 2011

Un día después del 22 de mayo de 2011

Han pasado menos de 24 horas desde que se conoció, al cien por cien, los resultados electorales en Navarra, que esta apasionante cita ha deparado en nuestra Comunidad Foral, tanto para el Parlamento como para los distintos ayuntamientos.

Debo, por convicción democrática, reconocer la derrota sin paliativos que ha “cosechado” el PSN-PSOE, mi partido desde hace más de 37 años, en estos comicios. Desde esta sincera humildad, quiero felicitar y reconocer el triunfo de las derechas en Navarra, de UPN con 19 parlamentarios y del PPN con 4 escaños más. Es decir, las derechas en Navarra, antes juntas bajo las siglas de UPN, han pasado de 22 parlamentarios a 23 en la nueva actualidad.

También, aunque su análisis requiere ciertas precisiones que las referiré levemente, hay que reconocer el significativo avance del nacionalismo vasco, en su doble vertiente de digamos más moderado (NaBai 2011) y más radical (Bildu). Habiendo obtenido 8 parlamentarios el primero, antes tenía 12 pero con la participación, en su seno, de EA y BATZARRE, que ahora están en otras coaliciones electorales (EA en Bildu y Batzarre en Izquierda Ezquerra), más 7 escaños para Bildu, lo que significa un total de 15 parlamentarios. Esto es que el nacionalismo vasco ha subido de 12 parlamentarios en 2007 a 15 parlamentarios en 2011. No debemos olvidar que en 2007 hubo bastantes votos nulos que, al parecer, deseaban votar a una opción nacionalista radical y que no lo pudieron hacer al haberse ilegalizado el correspondiente partido político.

El tercer bloque está configurado por la izquierda, que ha venido estando conformada por el PSN-PSOE y por Izquierda Unida. En estos comicios este bloque sociológico ha estado configurado por el PSN-PSOE y por Izquierda Ezquerra (Izquierda Unida + Batzarre), obteniendo un resultado algo inferior que el del 2007, pasando de 14 escaños a 12 parlamentarios en 2011. Es decir, no hay un trasvase rotundo y claro entre ambas opciones.

Esta es la foto fija, este es el reflejo de las elecciones forales del 22 de mayo. El bloque ideológico de la derecha se mantiene, aún fraccionada; el espacio nacionalistas vasco incrementa su representación, con los matices ya apuntados y con la división de opciones y, por el contrario, el espectro ideológico solamente de izquierdas, sin aditivos nacionalistas y/o independentistas, reduce su peso en la nueva configuración de la Cámara Foral.

Por tanto, las fuerzas nacionalistas navarras conservadoras confrontan sus ideologías y sus apoyos con las fuerzas nacionalistas vascas, más o menos independentistas y menos que más de izquierdas, achicando progresivamente el espacio de las opciones progresistas y de izquierdas, a las que el debate identitario y las fronteras de los territorios están superadas por las realidades y necesidades de la ciudadanía que vive en Navarra.

Y todo esto aderezado con la cruda realidad, cual es que ninguna opción o bloque ideológico obtiene la mayoría absoluta para poder conformar y soportar un gobierno estable, que resuelva los problemas reales y que genere las expectativas y la confianza necesarias para, entre todas y todos, construir un futuro mejor e inclusivo para todos y todas.

Pero, desgraciadamente, esta calificación la escribo desde el máximo respeto democrático, una vez más la ciudadanía ha puesto al PSN-PSOE y a Roberto Jiménez ante una rugosa encrucijada, tan sinuosa como la que se nos mostró en el año 2007. No debo reiterarme en el amor que siente Roberto Jiménez y nuestro partido para con todos los navarros y navarras, especialmente para aquellas y aquellos más necesitados, y también para con nuestra Comunidad Foral. No obstante, un partido político, por definición objetiva, se crea para transformar la sociedad a través de la representación obtenida cuando gana unas elecciones y este no ha sido, una vez más, el caso.

Cualquier escasamente iniciado analista concluiría, sin temor a equivocarse, que lo realizado por Roberto Jiménez y por el PSN-PSOE durante estos pasados 4 años; esto es, una oposición responsable, dando estabilidad institucional y apoyando, en lo transcendental, al Gobierno de UPN por el interés superior de Navarra, no ha sido valorado y, en consecuencia, refrendado por los electores, luego el esfuerzo, solamente desde el punto de vista partidario, ha sido baldío.

Ya sé que es humano tropezar dos veces en la misma piedra, pero no debemos perseverar en la equivocación y mantener la mismas actitud política, dado que eso bien pudiera llevar al PSN-PSOE a poder ser, en un futuro, un partido testimonial y residual en Navarra y ello creo que no lo desea nadie, menos la militancia socialista.

Por tanto, no hay que reproducir esa posición política. Deberemos analizar y prospectar otras vías que nos conduzcan, con el exigible esfuerzo, a conquistar tierras más fértiles para el socialismo navarro. Y, dentro de esa prospección, creo que el “pozo” puede estar en participar ya no desde la barrera, sino desde el ruedo, enfrentándonos al “toro” y formando parte del “cartel”.

Nuestra responsabilidad, la de Roberto Jiménez también, está en apoyar y apostar por una salida menos traumática y más solidaria de la crisis en nuestra Comunidad Foral y, para ello, deberemos estar en primera línea, no solo arrimando el hombro como hasta ahora, sino tirando del carruaje. Nuestra fuerza sigue siendo necesaria en Navarra porque así lo han querido la ciudadanía que bien sabia es.

Estos próximos días deben estar dedicados a pensar primero, a escuchar después, a reflexionar a continuación y a decidir finalmente lo mejor, a diseñar y aplicar la mejor manera de concitar los intereses de Navarra con los legítimos anhelos del PSN-PSOE, del socialismo navarro, que es eso y solo eso, pero ni más ni menos, socialismo y navarro.