Tudela

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Todos mis sueños

viernes, 13 de septiembre de 2013

Dime de que presumes ............

Con mayor frecuencia de lo que pueda parecer se suele utilizar la frase "dime de que presumes y te diré de que careces”, que bien puede utilizarse ahora para definir la situación política de Navarra.

Todas y todos hemos vuelto de nuestra vacaciones y, con ello, nos estamos enfrentando, unos con mayores dificultades que otros, a la realidad laboral y personal, sin olvidar, por cuanto no deberemos hacerlo, la realidad social y política de nuestra Comunidad Foral. Siguen, seguimos conviviendo, no sin dificultades, con la dureza de la crisis, que sigue machacando a los de siempre, aunque se le pinten colores vistosos para distraer, como los últimos nuevos 31 empleados más.

Comienza también en Navarra un nuevo curso político. La Presidenta de nuestra Comunidad Foral está decidida, así lo ha manifestado recientemente, a agotar la legislatura y, por ello, no habrá elecciones hasta el año 2015. Dos argumentos se han venido utilizando por parte de UPN, como justificación y soporte a ello. Uno, muy discutible por cierto, es que el resultado de unas hipotéticas elecciones anticipadas sería malo para Navarra, por cuanto variaría muy poco la composición del Parlamento Foral. El otro es que el Gobierno de Navarra, en minoría parlamentaria, no está paralizado o, dicho de otra forma, haciendo más bien poco.

El primero de los argumentos se desmonta por sí solo, por cuanto el ejercicio democrático nunca es malo para nadie y, por ello, unas elecciones intrínsecamente nunca son malas, sino todo lo contrario, salvo que lo que se piense, aunque no se haya querido decir, es que el resultado no es que fuese malo para Navarra sino que lo pudiera ser para UPN.

El segundo, referido en este caso a la inacción del Gobierno, se podría contrastar con datos objetivos y difícilmente rebatibles. No hay más que leer el Boletín Oficial de Navarra (BON), que prácticamente no reflejaba actividad gubernamental alguna, obviamente salvo la sucesión y reiteración de ceses y nombramientos de cargos y altos cargos, especialmente en el Departamento de Salud. En este caso, el BON es como un electrocardiograma gubernamental, por cuanto refleja y por escrito la acción de los órganos de la administración, en este caso del Gobierno de Navarra, marcando unas líneas cuasi planas, acercándose a la parada cardiaca.

Pero bien pudiera utilizarse un segundo argumento, en este caso subjetivo, aunque utilizado por la propia Presidenta del Gobierno foral. Me refiero a sus recientes declaraciones oficiales ante consejeros, directores generales y jefes de Gabinete, en las que les decía "que no bajen los brazos ante quienes llevan un año hablando de una legislatura agotada" y les pedía "ánimo, ingenio y audacia para sacar adelante todos los proyectos previstos".

Es decir, Yolanda Barcina les pidió a sus altos cargos que tuvieran ánimo, ingenio y audacia para sacar adelante los proyectos previstos. No les dijo, aquí viene el matiz, que mantuvieran el ánimo, el ingenio y la audacia, sino que tuvieran esas actitudes y comportamientos, lo cual no es más que reconocer que no se tenían hasta ahora o, dicho de otra forma, que hasta ahora no se estaban sacando adelante los proyectos previstos. Esta es la cruda realidad, para desgracia de la ciudadanía navarra, que está soportando insistentemente las inclemencias de la crisis y tomándose las medicinas y remedios que la derecha les receta. Medicinas y remedios que, a todas luces, no sirven, y a los resultados me remito.

Se presume de acción de gobierno y, por contra, se reconoce, implícitamente al menos, la falta de la misma, solicitando a los altos cargos de la administración foral que tengan ánimo, ingenio y audacia. Será porque dichos comportamientos son los que Yolanda Barcina viene practicando, día a día, para seguir sentada en el sillón presidencial, aún cuando los remedios medicinales aplicados hasta hoy no estén curando a nuestra enferma Navarra. En definitiva, se presume de lo que se carece.

Puede ser un comportamiento ejercido por parte de la sociedad y seguramente será una característica más reconocible entre algunos políticos, pero pienso que no debe ser, en ningún caso, un valor sino un demérito, por cuanto la sinceridad y la transparencia en el ejercicio de la representación institucional y política debe ser la seña de identidad y lo contrario el repudio de la sociedad. No hay que presumir, menos de lo que se carece. Hay que trabajar y, si no es posible, hay que dejar paso a nuevos escenarios democráticos, porque, por encima de cada cual, Navarra merece la pena.