Tudela

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Todos mis sueños

viernes, 7 de noviembre de 2014

No habrá paz para los malvados corruptos

En el año 2011 se estrenó una película, del Director Enrique Urbizu y cuyo protagonista era José Coronado, bajo el título "No habrá paz para los malvados". El 10 de enero de 2012, fue nominada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España a los Premios Goya. El 19 de febrero, en la gala de los Premios Goya resultó ser la gran triunfadora de la noche, al conseguir 6 premios, entre ellos el de mejor película, mejor director y mejor actor principal, de las 14 nominaciones que tenía.

El inspector Santos Trinidad, al que da vida José Coronado, y la juez Chacón, interpretada por la actriz Helena Miquel, buscan, cada cual por su camino, la verdad y, en definitiva, la lucha contra los malvados. No trataré de hacer ningún paralelismo sobre el relato de esta película y la situación actual que, en los ambientes políticos y de representación institucional, estamos viviendo. Solamente diré que el recuerdo de esta película me ha estimulado, sobre todo desde el plano del tesón que uno y otra utilizan para acabar digamos con el mal, aunque los métodos sean cuestionables y poco aceptables democráticamente, singularmente los aplicados por el inspector Santos.

Llevamos años, meses, semanas y días padeciendo el mal, el mal de la corrupción política e institucional. Un día sí y otro también, nos despertamos con nuevos sobresaltos, con un nuevo caso de corrupción política, asqueroso, repugnante y repudiable. Seguro que me olvido de alguno, pero recordaré Gürtel, Malaya, Pokemon, Noss, EREs, Formación, Palau, Pujol, Tarjetas Black-Negras de Caja Madrid, Púnica y, lo más desastroso e inquietante para la ciudadanía, todavía no sabemos el nombre del siguiente y del siguiente del siguiente.

Lo preocupante y estimulante a la vez es que la ciudadanía afortunadamente ya no soporta ni tolera la corrupción política, como sí lo hizo algún tiempo atrás, no solo porque está harta, sino porque la misma es intolerable en una sociedad democrática, moderna y avanzada, que está sufriendo los rigores de la crisis y del desempleo.

Llevo cuarenta años de militancia política. En los inicios conviví con la ilusión y el desinterés personal, donde lo importante era lo colectivo, la mejora global, particularmente las personas y sectores con mayores dificultades, el desarrollo social y cultural, en definitiva avanzar y progresar. Hoy, en los finales, me toca convivir con el hastío social, porque la ciudadanía está harta; con el interés personal por encima del colectivo, donde la política y los políticos hemos llegado a ser uno de los principales problemas que siente nuestra sociedad, porque nosotros, no diré que todas y todos, tampoco la mayoría, pero si una parte importante y significativa, estamos defraudándoles, no estamos a su servicio sino al nuestro; con la desfachatez y la desvergüenza de significativos representantes institucionales que, después de su censurable actitud, no saben hacer lo más importante, lo digno en esos casos, lo último que les queda, dimitir.

Por todo esto, por todo lo que está ocurriendo, por todo lo que estamos conociendo, cabe decir muy poco y hacer mucho. Salvando a muchas y muchos representantes institucionales y políticos, a muchas y muchos alcaldes y alcaldesas, concejalas y concejales, parlamentarias y parlamentarios, solo podemos decir perdón, perdón por lo que se ha hecho y hoy se está conociendo, perdón, aunque en el caso personal no haya nada de qué avergonzarse, perdón porque no siempre se ha actuado con honradez y altruismo y perdón por no haber sabido estar a la altura de las circunstancias y del momento.

Pero, después de lo dicho, viene lo más importante, pasar de las palabras a los hechos. Ha llegado el momento, aunque algo tardío, de actuar, de hacer algo o mucho para que estas cosas nunca jamás vuelvan a suceder. Desde la humildad y el sonrojo, sin perder la memoria de lo acontecido, tenemos que ponernos manos a la obra. Debemos dar a la sociedad, a la ciudadanía, titular de los derechos democráticos y sociales, lo que se merece, que no es otra cosa que garantías de transparencia, honradez, desinterés personal y servicio público.

Expulsemos inmediatamente a los corruptos, ni un minuto más junto a nosotros. Modifiquemos ya las leyes que sean precisas, para que no sólo paguen su corrupción con penas y cárcel, sino que también devuelvan lo apropiado, lo robado. Actualicemos el Código Penal y la legislación de enjuiciamiento criminal, por cuanto, según ha dicho recientemente el Presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, solo sirve para los robagallinas, y nosotros estamos desgraciadamente algo rodeados de delincuentes que roban algo más que gallinas, porque, además del dinero, nos roban nuestra dignidad como sociedad. ¡Basta ya!.

Termino como he comenzado, desde el respeto a mi sociedad, pidiendo perdón, aunque no tenga individualmente motivos para hacerlo, pero si colectivamente y comprometiéndome, en la medida de mis posibilidades, a que, como el título de la película, "No habrá paz para los malvados".

jueves, 6 de noviembre de 2014

Osasuna juega su mejor partido en el Parlamento

Osasuna, el equipo de fútbol más relevante de Navarra, que despierta, como otros muchos equipos, pasiones, enfados y controversias, es un club fundado en 1920, constituyendo una entidad de gran arraigo social que trasciende, según dicen algunos, lo meramente deportivo y que, durante años, ha constituido una referencia para la sociedad navarra y un estímulo para la práctica deportiva de los jóvenes.

Como dice el preámbulo de una propuesta de Ley Foral, la cual, según parece, se dirige a facilitar la recuperación de la estabilidad financiera de la citada entidad deportiva, mediante la reestructuración de su deuda tributaria, nos recuerda que, en el año 2003 se aprobó la Ley Foral 1/2003 por la que se concedió al Club Atlético Osasuna un aval máximo de 18 millones de euros, ante diversas entidades financieras, y que actualmente la cantidad avalada asciende a 7,2 millones de euros.

También se afirma en dicho preámbulo, aunque será objeto de un futuro y riguroso análisis formal por parte de la Cámara de Comptos, que la Hacienda Tributaria de Navarra ha realizado desde 2008 diversas actuaciones para que el Club Atlético Osasuna regularizara sus obligaciones en materia fiscal y que la entidad solicitó diversos aplazamientos, al amparo de la normativa vigente.

Finalmente, aunque no se dice tal cual, el no prever que podría ocurrir lo que finalmente ocurrió, es decir el descenso de categoría, se afirma, como no podría ser de otra manera, que su situación financiera se ha visto gravemente debilitada con motivo del descenso a la Segunda División A de la Liga Nacional de Fútbol Profesional. Y yo añadiría, su situación financiera y, por supuesto, tributaria, por cuanto, al menos para mí, es tan importante lo segundo, la deuda tributaria con todos los navarros y navarras, que la situación financiera.

El abandono del "barco", de las responsabilidades al frente de Osasuna, por parte de los directivos que han llevado al Club a esta bancarrota, generó una nueva dificultad de gestión y representación, la cual se ha venido supliendo, no sin dificultades externas e internas, por la Junta Gestora, Presidida por Javier Zabaleta, persona que no tengo el gusto de conocer, pero que, como no podría ser de otra manera, respeto sinceramente. Esta Junta Gestora ha tomado las riendas de Osasuna, desde junio, y ha continuado guiando el "barco", con el gran boquete que tenía en su casco, ante la ausencia de candidaturas para regir los destinos del Club. Se ve, a la luz está, que es más fácil guiar el "barco" en la abundancia que en la precariedad.

Claro está, al menos a mi juicio, que no solo las distintas Juntas Directivas pudieran tener, que las tendrán, distintas responsabilidades, las cuales se sustanciarán en su momento, a la luz de la imprescindible auditoría independiente y rigurosa, sino que el Gobierno de Navarra, bien por acción o por omisión in vigilando, tienen responsabilidad, cuando menos política, al haber consentido y no frenado a tiempo, el sistemático y continuo crecimiento de la deuda tributaria de Osasuna con todos los navarros y navarras. Este segundo aspecto también deberá ser depurado en los ámbitos que correspondan, al amparo de las conclusiones de la futura auditoría de la Cámara de Comptos.

Pero el enfermo, el Club Atlético Osasuna, con 94 años de edad, está en la UVI y casi desahuciado, hasta tal punto que, si no se remedia antes de mediados del próximo diciembre, bajará, todavía más, de categoría profesional, con todo lo que ello representa, no solo económicamente sino social y deportivamente. Lo curioso del caso es que, este enfermo grave, de 94 años, no va a ser "operado" por el Gobierno de Navarra, que es el que debiera hacerlo, ni por ninguno de sus especialistas (hacienda o deportes), sino por un equipo externo, en este caso el Parlamento de Navarra. Una vez más, el Gobierno de Navarra, con su Presidenta Yolanda Barcina a la cabeza, no resuelve los problemas de la ciudadanía y tiene que ser el Parlamento, que sí representa al conjunto de esa ciudadanía, quien responsablemente aborde, con muchos menos medios técnicos, la "operación", la cual, como ya he indicado, es a vida o muerte.

Obviamente, como siempre hemos actuado, el PSN-PSOE, de una manera responsable, aunque manteniendo algunas dudas y sombras sobre el pasado, las cuales se deben aclarar sin ambages, suscribe y, con ello, facilita la tramitación y su posterior debate y consenso parlamentario de la propuesta o proposición de ley foral, que finalmente sirva de "operación" trascendental y salve al grave enfermo Osasuna. Es triste que un equipo deportivo, que muchos años atrás fue ejemplo de prudencia, humildad y buena gestión económica, tenga que "salvarse" no en los campos de futbol, sino en los espacios políticos y parlamentarios.

Como un ciudadano navarro más, unos últimos ruegos o peticiones, además de las referidas a la asunción de responsabilidades de todo tipo y condición, por los distintos actores, gestores del club y responsables institucionales. Que lo sucedido no vuelva a ocurrir. Que, a la hora de comprometer gastos, se tenga en cuenta que no siempre se obtienen los mismos o similares ingresos, recordando, para ello, la parábola de las "siete vacas gordas y las siete vacas flacas". Que la gestión del Club Atlético Osasuna, a partir de ahora, se base en criterios de eficacia y eficiencia, no solo deportiva sino, tan y más importante, económica, por cuanto no queremos, dentro de otros cuantos años, estar nuevamente hablando de lo mismo. Que no se asuman nuevas y mayores deudas y que, para ello, no se generen nuevos déficits.

No sé si es mucho pedir y rogar, pero es lo necesario y consecuente, para que Osasuna no vuelva a tener que jugar otro partido en el Parlamento.