Hay muchas formas de ser solidario o solidaria. Una de ellas es decirlo muchas veces; otra es hacerlo, aunque no muchas veces, pero hacerlo, al menos de vez en cuando.
La crisis económica ha generado verdaderas situaciones de dificultad. Casi todas y todos, yo también, hemos visto congelados nuestros ingresos desde hace más dos años y, lo más trascendente, ahora vamos a ver, no ya congelado, sino reducido nuestro salario.
Pero soy afortunado, tengo unos ingresos suficientes, los cuales, con una cierta contención en mis gastos, me van a permitir seguir viviendo dignamente. ¿Y aquellos otros y otras que han visto reducido su salario a cero? Es decir, aquellas ciudadanas y ciudadanos, familias en definitiva, que han visto perder, sin causa personal o culpa ninguna, sus empleos.
A estas familias dirijo mi pensamiento. A estas personas quiero destinar mis esfuerzos personales y políticos. A ellas y ellos debemos virar nuestras miradas. Por ellos y ellas se justifican nuestros esfuerzos.
Para que puedan vivir, en tanto en cuanto encuentran un nuevo empleo que les restituya su porque, su motivación, su esperanza y su ilusión. Para que puedan sentir y sentirse útiles socialmente. Para ellos y por ellas, deberemos adoptar medidas solidarias, de reparto si ello lo hace necesario.
No se trata de trabajar unas y unos y no poder hacerlo otros y otras. Todos tenemos derechos, todos también tenemos obligaciones. Las más importantes son para con los demás.
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