Tudela

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Todos mis sueños

sábado, 1 de junio de 2013

Las pensiones del futuro sin futuro

Llevamos meses en los que se nos viene hablando insistentemente del asunto de las pensiones. Yo, con mis 60 años recién cumplidos, leo las últimas noticias referidas a una nueva y profunda modificación que el Partido Popular pretende aplicar bajo la justificación de que el sistema debe ser sostenible y como resulta que ahora vivimos más, pues ello nos conduce, mejor dicho, les conduce a una reducción de esta prestación contributiva. Dicho de otra forma más irónica, ¡vaya "faena" que nos está haciendo la investigación y la tecnología, cuando menos sanitaria!.

Menos mal que a ningún Ministro del Gobierno de Rajoy, aunque lo piense, se le ha ocurrido decir algo similar a lo que manifestó, a principios de este año, el Ministro de Finanzas de Japón, el Sr. Aso, cuando expuso su solución a este mismo digamos "problema", pidiendo a los ancianos japoneses que "se den prisa en morir".

En España, el llamado Comité de Expertos propone algunas alternativas, todas ellas insertadas en el espacio del coste, lo que es lo mismo que decir que las pensiones públicas contributivas, reitero lo de contributivas, cuesten menos y, en ningún momento, se estudian o proponen otros espacios como lo es el ámbito del ingreso, bajo dos vertientes, una de ellas las políticas activas de empleo, por cuanto con más empleo más ingresos por cotizaciones y, la otra, un incremento de las cotizaciones.

Tampoco se está realizando, al menos no se expone a la opinión pública y mucho menos a los titulares de dichas cotizaciones, que no son otros que los actuales trabajadores y autónomos, el destino directo e indirecto de dichos recursos cotizados, por cuanto es obvio que deben cubrir las pensiones contributivas, pero solo y nada más que ellas. El resto de prestaciones deben ser atendidas por los Presupuestos Generales del Estado, sostenidos por los impuestos de todas y todos, al menos de los que contribuimos.

Se habla de un denominado factor de sostenibilidad, una fórmula compleja e ininteligible para el común de los mortales, cuya concreción básica es la siguiente: "si vas a vivir más, entonces cobrarás menos". Luego, si voy a vivir más años, ¿cómo voy a poder sobrevivir los últimos de ellos, si solo sé que voy a ingresar mensualmente cada vez menos y con un coste de la vida superior e impredecible? La incertidumbre e inseguridad que esta situación plantea no deja indiferente a nadie, mucho menos a aquellos, como yo, que estamos cerca de la meta.

No creo que deba descubrir, a estas alturas ya todos sabemos que nuestro sistema público de pensiones es un sistema de los llamados de “solidaridad intergeneracional” o de “reparto”, dicho de otro modo, unos venimos pagando las pensiones de ayer y de hoy con la esperanza, hoy se torna muy ingenua e incierta, de que otros paguen las pensiones de mañana, la mía por ejemplo. Pero, si no hay cotizantes no se pueden pagar las pensiones, porque se pagan al día con las cotizaciones del día.

Algunos, fruto del desarrollo económico, industrial y social de las últimas décadas, hemos podido, con suma fortuna, cotizar muchos años, en mi caso ya más de 40 años, y estar en unas bases de cotización muy altas, por no decir máximas, lo que nos ha supuesto importantes desembolsos económicos aportados directamente a nuestro sistema público de pensiones, bajo la alegría y esperanza de que mañana me tocará a mí. Hemos cotizado al sistema público por obligación, por no decir por imperativo legal y, en algunos casos como el mío, por convicción ideológica, minusvalorando los sistemas privados o planes de pensiones.

Desafortunadamente, estamos asistiendo a un desmantelamiento del denominado Estado del Bienestar. El Partido Popular, con su mayoría absoluta, se está dando prisa en culminar la tarea y, para 2015, lo existente no llegará a ser ni una mala copia del pasado, sino algo muy distinto. Los que votaron a Rajoy, no por ideología sino como solución, se equivocaron y hoy estarán arrepentidos. Eso es lo malo de las mayorías absolutas en manos de la derecha conservadora, solo sirven para "talar el bosque".

Pero, al hilo de esta última reflexión, me surge una pregunta: ¿quién defiende los intereses legítimos de las personas jubiladas o próximas a la jubilación? Yo diría que genéricamente algunos partidos políticos pero específicamente ninguno. Por ello, creo que hay una oportunidad para la acción política de las personas mayores, de aquellas ciudadanas y ciudadanos que han entregado lo mejor de sí mismos, su trabajo, sus impuestos y sus cotizaciones sociales durante muchos y muchos años y que ahora, sin posibilidad de "maniobra", ven inermes como se está intentado "atentar" contra sus legítimos derechos cotizados.

Esta acción política debe articularse dentro de los partidos políticos, mediante la afiliación primero y la acción después. Proponiendo, debatiendo y decidiendo, porque somos muchos y organizados seremos más, de tal manera que podremos condicionar la acción política y las decisiones institucionales. Pero, nuestra acción debe ser manifiestamente clara, lejos de la vaguedad y cerca del legítimo interés social, aunque este enmarque también, como no puede ser de otra manera en este caso, el legítimo interés personal.

Claro que ahora nos sentimos digamos "atrapados", dentro de un sistema público de pensiones, al que hemos cotizado mucho y durante muchos años y del que vamos a recibir bastante menos, al menos comparativamente, con grandes incógnitas por despejar y sin un futuro claro desde donde planificar los últimos años, con una cierta salud, de nuestras vidas. Y, todo ello, rompiendo, al menos eso se lee, el principio de equidad o de respeto al esfuerzo individual realizado.

Por eso, insisto en la idea de que las pensiones del futuro no tienen futuro. Para ello, para evitarlo, solo existe el esfuerzo personal y la acción colectiva. Solo no soy nadie, pero junto a más soy mucho más. Una sola voz puede ser un lamento y muchas voces llegan a ser una orfeón de derechos expresados desde la legitimidad y la libertad.

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